Durante la residencia, investigué la relación entre la caja de cartón y las plantas intentando propiciar una simbiosis entre ambos, como una forma de reconciliar lo humano y lo no-humano; así como la concepción lineal del tiempo y la cíclica.

En ese sentido, las plantas vivas contenidas por el cartón permiten pensar de manera fluida el pasaje entre la vida y la muerte introduciendo la noción de maternidad. El cartón integra las cualidades de cuidado atribuidas a lo materno durante el momento de gestación al contener a la semilla en su germinación. La planta como materialización del tiempo y del impulso vital como tal, tarde o temprano terminará deteriorando el cartón ya sea por la acción del agua o por su propio crecimiento. Esta destrucción del cartón le da al mismo tiempo la oportunidad de desintegrarse y regresar al ciclo del carbono.

La interrelación del cartón y las plantas me llevó a profundizar sobre la ciclicidad, la decadencia y envejecimiento, la memoria y paso del tiempo, así como la absurdidad de la imposición de una maternidad perfecta.